En el post anterior nos introdujimos en el mundo de la educación emocional, en este hablamos de estrategias emocionales para poner en marcha con tus alumnos.

Ya hemos visto qué es y por qué es importante identificar las emociones en el aula, hoy damos un paso más y nos metemos de lleno en estrategias para poner en práctica con nuestros alumnos:

Estrategias emocionales para poner en marcha con tus alumnos

1. Legitima las emociones y deseos de tus alumnos

Cuando hablamos de legitimar las emociones de quien tenemos enfrente nos referimos a aceptar, considerar y permitir determinada emoción. Una de las características básicas de las emociones es que son subjetivas. Por lo tanto, todas las emociones son bienvenidas y han de ser aceptadas. Si mi alumno me dice que la asignatura de Sociales no le gusta, este punto de vista ha de ser respetado y aceptado.

Otra cosa bien diferente es la conducta consecuente. Pongamos un ejemplo. El hecho de que a María no le guste el puré de zanahorias que ha preparado su madre para cenar es algo más que respetable y comprensible. Todos tenemos comidas favoritas y otras que no poder ni ver. Por este motivo, es legítimo que a María no le guste o le dé asco el puré de zanahoria. Pero una cosa es la emoción (asco) y otra bien diferente es la conducta asociada a dicha emoción. La madre de María acepta que a María no le guste el puré pero le dice que debe tomarse al menos la mitad.

Las emociones son involuntarias y automáticas, ya que ocurren irremediablemente ajenas a nuestra voluntad, pero lo que sí que se puede controlar es la conducta asociada a dicha emoción. Volviendo al ámbito escolar, si uno de mis alumnos de mi tutoría me dice que el profesor de Inglés le tiene manía, más nos vale como tutores legitimar su emoción, y en vez de discutir si realmente es así o no, mejor dedicar nuestra energía y tiempo a buscar soluciones para sacar adelante la asignatura de Inglés.

2. Hacerse cargo

Cuando somos profesores de una clase, estamos al mando de un grupo heterogéneo de niños o adolescentes. Esto implica que nos tenemos que hacer cargo de cada uno de los alumnos que tenemos. Cada uno tiene sus potencialidades y dificultades. Tendremos alumnos con dificultades de aprendizaje, con TDAH, algún niño cuyos padres se estén separando, otro que se esté mudando y quizá otro que tenga a su abuela ingresada en el hospital muy malita.

A pesar de la gran diversidad que presenta nuestra clase, como responsables del grupo, debemos hacernos cargo de las diferentes situaciones que tengan. Os animo a que les preguntéis a vuestros alumnos sobre su vida personal, social y familiar: su extraescolar de patinaje o fútbol, sus gustos, lo que han hecho los fines de semana, cómo llevan la separación de sus padres, cómo está su abuela, etc.

3. No racionalizar las emociones

Suelo comentar que las emociones hablan un idioma distinto al de la razón. Igual que cuando viajamos a un país diferente debemos hablar su idioma, cuando estamos en terreno emocional, no podemos hablar con el idioma racional porque va a dar lugar a confusión.

Es por ello que cuando las emociones de tu alumno estén a flor de piel, no intentes racionalizarle sus emociones, simplemente legitímalas e intenta calmar o aliviar dicha tensión emocional. Haz que se sienta entendido y comprendido. Seguramente conozcas a alguien que tenga fobia o miedo a volar en avión. Pues bien, esa fuerte emoción (miedo) no es calmada por el uso de la razón.

Es decir, por mucho que le digamos a nuestro amigo que el avión es el medio de transporte más seguro, no vamos a conseguir aliviar significativamente ese miedo. Por lo tanto, para calmar una emoción (miedo, rabia, tristeza), debemos sumergirnos en el terreno emocional del niño y hablar ese mismo “idioma”.

4. Mostrarnos vulnerables ante nuestros alumnos

A pesar de que nuestros alumnos, sobre todo los más pequeños, nos vean como figuras que lo sabemos todo, es importante mostrarles que, a pesar de ser sus maestros, no tenemos todo el conocimiento. Habrá algunas cuestiones que nos planteen sobre los contenidos de nuestras asignaturas que no sabremos darles respuesta. Pero el mostrarnos vulnerables no sólo se refiere al ámbito estrictamente académico, sino que sobre todo se refiere al ámbito más puramente emocional.

A pesar de que estemos pendientes de nuestros alumnos y vayamos a ayudarles en todo lo que estén nuestras manos, esto no asegura que lleguemos a todo. Es recomendable mostrar nuestro lado más humano y no aparentar ser superhéroes.

5. Jamás abandonarles emocionalmente

Uno de los aspectos que más me preocupa es el abandono emocional del alumno. Quizá sea algo difícil de ver, pero tiene grandes repercusiones en el menor. Este es uno de los aspectos que más frecuentemente vemos en la consulta clínica. Es muy importante que el maestro nunca abandone a su alumno emocionalmente, esto es, independientemente de sus resultados académicos y de su comportamiento, debe ser aceptado incondicionalmente. El hecho de que un alumno tenga diagnosticado dislexia, TDAH o esté atravesando un mal momento familiar, hace que dicho alumno requiera mayor atención todavía de lo normal.

Por ello, hagan lo que hagan tus alumnos, acéptalos incondicionalmente y ayúdales a superar sus dificultades, ya sean puntuales (separación de sus padres, un conflicto con su mejor amigo/a, etc) o permanentes (discapacidad, autismo, TDAH, etc).

En el siguiente post, entraremos de lleno en el ámbito emocional. Definiremos qué es una emoción y veremos cuáles son sus características más sobresalientes. Analizaremos las emociones básicas que tiene el ser humano y explicaremos de manera breve y sencilla cómo se generan las emociones en el cerebro y en qué lugar se ubican. Para concluir, ofreceremos otras cinco estrategias emocionales para poner en marcha con nuestros alumnos.

 

Autor: Rafael Guerrero (www.darwinpsicologos.com)
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