Trabajo con profesores en prácticas en una universidad de Hungría y mis colegas y yo creemos firmemente en la eficacia de las sesiones breves de práctica, seguidas del feedback inmediato entre compañeros. Al observar estas sesiones, me he dado cuenta de que, aunque los alumnos sepan cómo enseñar las cuatro destrezas y cómo organizar las clases, sus instrucciones tienden a ser confusas. Esto demuestra lo importante que es la capacidad de ponerse en el lugar de los alumnos a la hora de enseñar.
Lo que parece complicar el dar instrucciones es que nos entendemos perfectamente a nosotros mismos. Por desgracia, los demás no tienen acceso directo a nuestros pensamientos, y aunque creamos que «izquierda» significa obviamente «derecha», ellos harán lo que decimos y no lo que pensamos. Un vídeo increíble que mostramos a todos los alumnos cuando hablamos de las instrucciones es el del sándwich de mantequilla de cacahuete y mermelada de Josh Darnit (enlace). Una frase que resume perfectamente la discrepancia entre lo que decimos y lo que pensamos es esta: «Un “poco”. Eso significa mucho. En mi mundo…».
Consejos prácticos de Cambridge para profesores
Entonces, ¿qué podemos hacer para ser más claros? Vamos a ver 4 estrategias muy sencillas.
1) Imagina que estás hablando con un niño de 4 años despistado y olvidadizo
¿Cómo es un niño? Probablemente es bastante hiperactivo, le cuesta concentrarse y hay que luchar por captar y mantener su atención. Suelo recomendar esta estrategia para destacar la importancia de conseguir la atención de los alumnos hablando con frases cortas y sencillas y suprimiendo la información menos útil. Mira estas dos versiones de las mismas instrucciones:
- Versión A: Quiero pediros que vayáis a la página 24 del libro y echéis un vistazo al primer, perdón, al segundo ejercicio, por favor. Vamos a leer un texto y tenéis que responder a las preguntas que hay debajo. Me gustaría que lo hicieseis solos de momento, aunque después corregiremos juntos las respuestas.
- Versión B: Vamos a leer un texto sobre coches. Abrid el libro por la página 24. [Espera a que todo el mundo mire la página correcta]. Leed el primer ejercicio. [Señala el primer ejercicio.] Leed el texto y responded a las preguntas individualmente.
La primera versión contiene mucho lenguaje «innecesario» y frases demasiado largas, mientras que las frases de la versión B son cortas, sencillas y hay muchas pausas para asegurarse de que todo el mundo las sigue.
2) Grábate en clase e intenta hacer el ejercicio siguiendo tus palabras exactas
Sin duda se trata de una estrategia cruel, pero funciona de maravilla. Al igual que en el ejemplo del coche, tendemos a creer que lo que decimos es perfectamente claro y que todo el mundo es capaz de seguirnos. Cuando te grabas, puede resultar chocante la cantidad de pasos que das por sentados y ni siquiera mencionas o cómo olvidas algunas partes para añadirlas después. Cuando estamos dando clase, no solemos darnos cuenta de todos los pequeños deslices que pueden hacer que nuestras instrucciones sean difíciles de seguir. Así que adelante, grábate e intenta hacer exactamente lo que estabas diciendo. Quizá descubras algunas incoherencias que te harán gracia. Este consejo es estupendo para ser consciente, y el siguiente, para evitar formular mal las instrucciones.
3) Planifica las instrucciones con antelación siguiendo estos 6 pasos
Todos preparamos las clases. Algunos elaboramos un plan más detallado y otros, solo un guión aproximado. Sin embargo, rara vez dedicamos tiempo y esfuerzo a pensar en las instrucciones, y estas pueden suponer una gran diferencia. Podemos escribirlas textualmente paso a paso, pero incluso el mero hecho de pensarlas siguiendo estos consejos podría dar lugar a una clase más coherente:
- Captar la atención: ¿qué vas a decir o hacer para que todo el mundo te haga caso?
- Disposición de los grupos: empieza por aclarar si van a trabajar en parejas, en grupos o solos. Los siguientes pasos serán más fáciles si organizas esto desde el principio.
- Los ejercicios, paso a paso: habla con frases cortas y haz una pausa después de cada paso si es necesario.
- Demostraciones: para ayudar a los alumnos que sean demasiado tímidos a expresar sus dudas, haz una demostración de la actividad o diles dónde pueden encontrarla en el libro o la hoja de ejercicios.
- Límite de tiempo: ¿cuánto tiempo van a tener?
- ICQ: comprueba si han entendido todo con las llamadas preguntas de comprobación de instrucciones (instruction checking questions). Deben ser concretas y breves. Por ejemplo: «¿Vais a trabajar en parejas o individualmente?», «¿En qué ejercicio estamos trabajando?», «¿Puedes enseñarle tu dibujo al compañero?».
4) Actúa rápido y no te asustes si algo va mal
No te quedes de brazos cruzados cuando empiecen el ejercicio. Presta atención y actúa rápidamente si alguien no lo está haciendo bien. Si se trata de una sola pareja o de un solo alumno, ayúdales de forma discreta. Pero si observas que varios alumnos van por mal camino, no te asustes, no pienses que lo estás haciendo mal, interrumpe la actividad de inmediato y aclara el malentendido. En mi experiencia, es mucho mejor intervenir en cuanto te das cuenta del problema porque así puedes «salvar» fácilmente la actividad. Todo el mundo comete errores, pero la capacidad de corregirlos rápidamente suele distinguir a los profesores experimentados.
Aunque pensemos que deberían surgir de la forma más natural, las instrucciones pueden complicar en exceso hasta la tarea más sencilla. Mejorarlas es muy sencillo si conseguimos calmarnos, ir más despacio y comunicarnos con claridad. ¿Crees que me he dejado algo? ¿Qué otros consejos incluirías?
¿Quieres saber cómo comunicarte más eficazmente? Quizá te interese el blog «Teacher Leadership – Communication», de Hayo Reinders.
Lectura complementaria: Scrivener, J. Learning Teaching. 3rd ed. Macmillan Books for Teachers. Pp. 64-70.