La metodología ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos) no solo fomenta la creatividad, la motivación y el espíritu emprendedor en los estudiantes, sino que también es una herramienta clave para el desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro. Estas funciones son cruciales para tomar decisiones, planificar, organizar y gestionar tareas, habilidades que no son innatas, pero que pueden ser adquiridas y perfeccionadas mediante esta metodología.
A través de esta metodología, nuestro alumnado tomará decisiones, organizará el trabajo y distribuirá tareas, etc. Y lo más importante desarrollará funciones que no son completamente innatas, sino que pueden adquirirse y desarrollarse.
¿Qué son las funciones ejecutivas?
Las funciones ejecutivas actúan como el «director de orquesta» del cerebro. Su papel es coordinar todas las actividades cognitivas, asegurando que los planes se lleven a cabo de manera eficiente. A través de la metodología ABP, los estudiantes son desafiados a poner en práctica estas habilidades esenciales para alcanzar sus objetivos en proyectos colaborativos.
10 funciones ejecutivas activadas con la metodología ABP
- Razonamiento: Cuando planteamos un reto a nuestro alumnado esta función ejecutiva se activa para establecer ideas, elaborar hipótesis y conectar los distintos tipos de información.
- Planificación y fijación de metas: estas dos funciones ejecutivas se activan prácticamente a lo largo de todo el proyecto. Son las que a generarán un plan de actuación con objetivos a corto plazo hasta llegar a la meta.
- Toma de decisiones: el alumnado desarrollará esta habilidad que les permitirá determinar qué alternativa elegir de entre las múltiples que genera el pensamiento creativo.
- Inicio y finalización de tareas: Durante la realización de todo el proyecto, los equipos deberán decidir cuando iniciar y finalizar las tareas. Esta función ejecutiva, también la activaremos durante los procesos de crítica y revisión del proyecto. En ese momento el equipo debe consensuar si se ha conseguido los objetivos o no.
- Organización: entendida como la competencia de estructurar y unificar la información esta función ejecutiva se activará durante todo el proceso de elaboración del proyecto.
- Inhibición: en este caso, nos encontramos ante una función que al activarse, va a regular las relaciones entre el alumnado. Para conseguir el producto final todo el equipo debe ajustar los impulsos individuales en pro del proyecto común. Es una de las funciones ejecutivas más importantes y difíciles de trabajar, por lo que si se trabaja desde edades tempranas nuestro alumnado estará preparado para trabajar en equipo.
- Monitorización: habilidad para ceñirse a lo establecido y reflexionar acerca de si se ajusta al objetivo del reto.
- Memoria de trabajo verbal y no verbal: capacidad para almacenar información para poder operar con ella. Esta función ejecutiva es seguramente la que más trabajaremos durante los proyectos y cuyos resultados influirán en nuestro alumnado a lo largo de su vida escolar y adulta.
- Anticipación: prever con antelación los resultados de las acciones y sus consecuencias.
- Flexibilidad: Capacidad que nos permitirá cambiar, adaptarnos a circunstancias y modificar nuestras acciones o emociones. Al trabajar por proyectos activaremos la función ejecutiva para diluir la rigidez cognitiva y emocional de nuestro alumnado.
El impacto de la metodología ABP en el aula
La metodología ABP promueve el desarrollo de estudiantes autónomos, capaces de gestionar su propio aprendizaje. Al activar las funciones ejecutivas, los alumnos se vuelven más flexibles y colaborativos, evolucionando desde una obediencia a normas externas hacia una autodisciplina interna. Este enfoque, basado en la autonomía, prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos tanto académicos como personales a lo largo de su vida.
Autora: Miriam Diana García Mascaraque