Juego, luego aprendo

Puede que el juego sea la forma más natural y poderosa de aprender. Mientras los especialistas se ponen de acuerdo, podemos afirmar sin lugar a dudas, que es una potente herramienta educativa ya que con él se estimulan la adquisición de habilidades y capacidades físicas y psicológicas.

Además de señalar las innumerables ventajas que tiene el jugo para el aprendizaje pretendemos también analizar las dinámicas y características del juego y hacer una analogía con los procesos de enseñanza y aprendizaje de forma que podamos aplicar las unas al desarrollo de los otros.

¿Qué define a un juego?

La RAE lo define como ‘ejercicio recreativo o de competición sometido a reglas y en el cual se gana o se pierde’

¿Podemos aplicar estas tres características al proceso de aprendizaje?

  1. Recreativo – esto quiere decir que ‘divierte, alegra o deleita’. Jugamos porque nos divertimos. Si el juego no nos divierte, dejamos de jugar. Con el aprendizaje ocurre lo mismo – podemos disfrutar aprendiendo y de hecho parece que aprendemos más cuando disfrutamos de ello, ya que las experiencias positivas son más memorables. Si el aprendizaje no nos divierte, aprendemos menos.
  2. Reglas – cada juego tiene unas normas que los jugadores han de conocer. La clave radica en conocer esas normas – si no conocemos las normas, no podremos jugar. Y por supuesto, cada aprendizaje tiene una serie de normas que es necesario cumplir, y no podremos seguirlas si las desconocemos.
  3. Objetivo – ganar, perder, o participar en algunos casos. Siempre hay un objetivo claro que el jugador conoce. De la misma forma, el ‘aprendiz’ debe conocer el sentido de lo que está aprendiendo – tiene que ser un aprendizaje significativo y relevante. Si se desconoce el objetivo del aprendizaje no se producirá ese aprendizaje.

Parece clara la analogía entre juego y aprendizaje. Pero para incorporar elementos lúdicos en contextos formales de aprendizaje – como el aula – es importante conocer el momento evolutivo en el que se encuentran nuestros ‘aprendices’.

Etapas en el juego

Los primeros años de vida en los que se producen los más importantes aprendizajes de nuestra existencia transcurren en un ‘juego constante’. A medida que crecemos el juego y el aprendizaje va adaptándose a nuestro desarrollo evolutivo y se va a haciendo cada vez más sofisticado. Si prestamos atención a la evolución de los procesos mentales en las distintas etapas evolutivas podemos entender por qué algunas actividades y juegos son más apropiados y relevantes para cada edad.

  • Egocentrismo y fantasía – interés individual

En nuestros primeros años de vida y durante la Educación Infantil, se aprende por imitación, utilizando el método del ensayo-error – necesitamos comprobar qué ocurre al realizar distintas acciones. Es la etapa del juego simbólico en la que replicamos lo que vemos a nuestro alrededor y de ficción, en la que somos capaces de asociar objetos a distintos significados – i.e. una silla se convierte en un coche. Preferimos jugar solos y perseguimos un objetivo y disfrute individual.

  • Pensamiento y razonamiento lógico – interés por el grupo

En la etapa de Educación Primaria ya es posible interpretar reglas y aplicar el razonamiento lógico para la consecución de un objetivo. Además, se empieza a dar más importancia a la victoria y se disfruta del éxito conjunto.

  • Pensamiento abstracto – pertenencia al grupo

Cuando comenzamos la Educación Secundaria se tiene una visión más abstracta y conceptual y la capacidad para interpretar y seguir reglas más complejas. Además del razonamiento lógico, se posee una capacidad mayor para el análisis y valoración de las distintas opciones y la habilidad para aplicar distintas estrategias. La importancia del grupo se hace más intensa y la victoria no es sólo lo que importa si no la aprobación de nuestras acciones y decisiones ante los demás.

Por tanto, como educadores, si tenemos en cuenta las características del juego descritas y el momento evolutivo analizado para las distintas edades, podremos seleccionar las actividades o tareas más adecuadas para que se produzca el aprendizaje deseado de una manera activa y significativa, recordando además:

  • Que las metas y objetivos han de ser alcanzables y basarse en los conocimientos y habilidades de los alumnos y el entorno educativo en el que se encuentran. Tiene que ser un desafío asumible y un reto que pueda alcanzarse.
  • Que las reglas e instrucciones tienen que ser entendibles de forma que los alumnos sepan qué se espera de ellos.

Con esta base teórica podemos concluir que incorporar elementos lúdicos en entornos de aprendizaje formal contribuye positivamente en el aprendizaje.

Life skills

Y no solo es el aprendizaje de conocimientos lo que se ve favorecido, si no que, a través del juego, se desarrollan destrezas esenciales para la vida (life skills):

  • contribuyendo al desarrollo de capacidades cognitivas superiores, como el pensamiento lateral y estratégico (pensamiento lateral, resolución de problemas) – la comprensión e interpretación de las reglas del juego y el discurrir cómo llegar de mejor forma a la consecución del objetivo.
  • incrementando el interés y la motivación por el estudio (iniciativa, espíritu emprendedor, atención) – especialmente en los juegos por niveles, necesitando saber o aprender más para continuar avanzando.
  • fomentando el fortalecimiento del grupo y la empatía, solidaridad y respeto entre los compañeros en un entorno social y afectivo (aprendizaje colaborativo) – desarrollando habilidades sociales y tomando decisiones conjuntas desde el respeto y la tolerancia.
  • desarrollando la creatividad y potenciando la imaginación (pensamiento creativo).
  • incentivando la inteligencia emocional y la autoestima (autonomía) – sabiendo aceptar sugerencias del grupo, aprendiendo a perder en alguna ocasión y a ganar en otras.
  • reforzando la competencia lingüística y las habilidades de comunicación (habilidades comunicativas) – teniendo que escuchar y hablar, leer y escribir y además comunicarse dentro del juego, ya que no se trata sólo saber lo que hay que hacer, sino que hay que demostrarlo.
  • responsabilizándose de su aprendizaje (capacidad de autocrítica) – en el juego se toman decisiones constantemente y algunas con mayor fortuna que otras, lo que da la oportunidad de reflexionar sobre lo que puede mejorarse y lo que funciona bien.

 

La vida es un aprendizaje constante y el aprendizaje es un juego.

 

¿Jugamos a vivir?

 

Autora: Julieta Hernández
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