Auto-estima, un concepto equívoco
Generalmente, cuando decimos que “Juan tiene la autoestima por los suelos” o que “María tiene muy buena autoestima” tendemos a asociar que dicho concepto es inmutable. Uno nace con buena o mala autoestima y está condenado a disfrutarla o sufrirla en función de la suerte que haya tenido y de los caprichos de la genética. Además, debido al prefijo “auto” por el que empieza la palabra, creemos que cada uno, de manera consciente, decide voluntariamente qué tipo de autoestima quiere tener. Nada más lejos de la realidad. La autoestima es un constructo que se forma a lo largo de la infancia y la adolescencia de nuestros alumnos y que tiene mucho que ver con cómo madres, padres y profesores hacemos atribuciones correctas de sus acciones y establecemos expectativas realistas para su consecución. Si cada vez que Guillermo tira algo al suelo o se equivoca, le decimos que es muy torpe, es muy difícil que pueda tener una autoestima positiva y sana. Por otro lado, si independientemente de lo que haga Claudia, le decimos que lo hace de maravilla y que es la más guapa, la que mejor hace las cosas y sus errores son interpretados como culpa de los demás o de la mala suerte, es posible que Claudia desarrolle una falsa autoestima negativa.
El símil de la piscina
¿Te tirarías de cabeza a una piscina que está vacía? No, ¿verdad? Así es como vienen a este mundo los neonatos: sin capacidad de hacer nada por sí mismos, salvo respirar. El resto de cosas se las tenemos que hacer y dar nosotros. Si cada vez que nuestros hijos tienen una necesidad (hambre, sed, sueño, necesidad de estar acompañados) nosotros se la cubrimos, les estamos dando el mensaje de que son personas que nos importan y que queremos. Ya hemos dicho que tirarnos a la piscina vacía es muy peligroso, nos podemos hacer mucho daño. Ahora bien, ¿qué podemos hacer para poder disfrutar de esa magnífica piscina que aún no tiene agua? Llenarla poco a poco. Si cada vez que nuestro alumno tiene una necesidad se la cubrimos, llenamos un centímetro cúbico de agua en su piscina particular. Además, cada vez que les proponemos metas o
establecemos objetivos que puedan alcanzar también estamos llenando un poquito la piscina. Si vamos cubriendo necesidades y proponiéndoles objetivos alcanzables a nuestros alumnos, llegará un momento en que la piscina esté suficientemente llena. Eso indicará que tendremos una autoestima buena. No es necesario que la piscina esté llena hasta arriba para disfrutarla. Quizás con llenarla con poco más de la mitad sea suficiente para jugar y divertirnos de manera segura. Lo mismo pasa con la autoestima. No es necesario que tengamos la autoestima por las nubes, de hecho puede llegar a ser perjudicial e insano.
Ajusta las expectativas de tus alumnos
¿Te imaginas lo frustrante que sería que tus padres o tus profesores te obligaran constantemente a superar obstáculos para los que no estás preparado? Es absurdo y frustrante para un bebé que acaba de comenzar a gatear que sus padres le exijan correr los cien metros lisos o para un alumno de primeros cursos de Primaria que sea capaz de hacer derivadas. Es importante tener en cuenta que las expectativas que depositamos en nuestros alumnos deben ser alcanzables por ellos aunque sea con esfuerzo, sacrificio y perseverancia, pero al final y al cabo objetivos alcanzables.
Cómo fomentar la autoestima en la etapa de Infantil
- Legitima las emociones y deseos de tus alumnos: los niños de la etapa de Infantil muestran sus necesidades a sus figuras de referencia (padres y maestros) para que se las cubran. Si acogemos sus necesidades de ser vistos, escuchados y abrazados cuando sientan alguna emoción desagradable, estaremos demostrándoles que son dignos de ser queridos y llenaremos su piscina metafórica.
- Confianza: la confianza en las personas que nos rodean es sumamente importante. Sé que en ocasiones a los adultos nos cuesta mucho confiar en nuestros alumnos e hijos, y pensamos que no serán capaces de lograr el objetivo. Recuerda que para la autoestima tan importante es acertar como errar y asumir que no somos capaces de conseguir todo.
Cómo fomentar la autoestima en la etapa de Primaria
1. Sitúa los objetivos en la zona de desarrollo próximo: el psicólogo ruso Lev Vygotsky decía que los referentes de los niños deben plantearles objetivos y tareas que éstos puedan alcanzar con esfuerzo y sacrificio. A este tipo de objetivos les llamó zona de desarrollo próximo. Una buena autoestima no se consigue por proponer objetivos que ya haya logrado el niño ni por animarle a
alcanzar objetivos que son difícilmente alcanzables. Como suelo decir, no consiste en que el niño le eche una carrera a un caracol pero tampoco a Usain Bolt.
2. Refuerza y anima: los niños consideran a sus madres, padres y profesores como personas significativas que son capaces de aportarles tranquilidad o todo lo contario. Trata de animar a tus alumnos a que vayan siendo cada vez más autónomos y que confíen en ellos. Recuerda, antes de que ellos confíen en sí mismos, somos nosotros los encargados de confiar en ellos.
Cómo fomentar la autoestima en la etapa de Secundaria y Bachillerato
1. El error es parte del aprendizaje: el ser humano se diferencia en muchos aspectos de las máquinas. Es importante que como figuras de referencia de nuestros alumnos de Secundaria y Bachillerato entendamos que el error de un alumno nunca puede ser motivo de burla y que siempre es una oportunidad de crecimiento y aprendizaje. Permitamos a nuestros alumnos que se equivoquen y que crezcan ante la adversidad.
2. Empoderar: considero que empoderar a nuestros alumnos es fundamental. Creer en ellos, en sus posibilidades y también, como no, decirles lo que no pueden hacer o es peligroso para ellos es muy importante. Animarles, confiar en sus posibilidades y ayudarles cuando cometan errores es fundamental.
Rafa Guerrero es psicólogo y doctor en Educación. Director de Darwin Psicólogos. Autor
de los libros “Educación emocional y apego. Pautas prácticas para gestionar las
emociones en casa y en el aula” (2018), “Cuentos para el desarrollo emocional desde la
teoría del apego” (2019), “Cómo estimular el cerebro del niño” (2020) y “Educar en el
vínculo” (2020).