Quizás pensemos que la socialización se produce cuando ya se han cumplido los 3 o incluso 4 años, pero la realidad no es así. Los niños aprenden a interactuar con las personas o animales que están a su alrededor cuando aún son bebés, tanto con sus familiares como en la sociedad en la que viven.

Quizás pensemos que la socialización se produce cuando ya se han cumplido los 3 o incluso 4 años, pero la realidad no es así. Los niños aprenden a interactuar con las personas o animales que están a su alrededor cuando aún son bebés, tanto con sus familiares como en la sociedad en la que viven.

Entre los 2 y los 4 meses aparece la primera reacción a conductas con ellos, como es la sonrisa y, posteriormente, la risa; esta es la primera muestra social. A partir del quinto mes nos escuchan mientras hablamos. Poco más adelante comienzan a reaccionar a nuestras emociones, por ejemplo, si les decimos «no» con cara de enfado. También empiezan a expresar las suyas cuando algo les gusta o disgusta, como a través del llanto. Como ves, la socialización, el desarrollo del lenguaje y el aspecto emocional están ligados entre sí.

Es a partir del año cuando entienden que hay otras personas, además de ellos mismos y sus figuras de apego. Entonces, muestran interés en las otras personas: se acercan a otros niños, juegan en paralelo, se pelearán por juguetes… A los dos años aumentará el interés por las personas que le rodean, imitará el juego de sus iguales y, sobre todo, copiará al adulto. Esta imitación es un entrenamiento importantísimo para su desarrollo social, ya que lo que en realidad están haciendo es aprender a través de lo que ven que hacemos y reproducirlo. Es a esta edad cuando los niños tienden a buscar por si solos el juego con otros niños y a interactuar; necesitan jugar y socializar. Dependiendo de cada pequeño, lo harán antes o después; también influye si van a escuela infantil o no, de su nivel de madurez, de la sobreprotección del adulto…

A los dos años el niño empieza a comunicarse mediante el lenguaje de forma más clara, y esa necesidad de expresión le empuja a relacionarse con el mundo que le rodea. A medida que nuestro pequeño aprende a hablar y a comunicarse con los demás, siente mayor interés por hacerlo y por acercarse a niños como él. Así, tener un amigo supone también un impulso en su desarrollo del lenguaje.

Cada niño desarrolla a un ritmo determinado sus habilidades sociales, por lo que conviene no presionarles. En ocasiones los peques se sienten cohibidos y ansiosos, y no pueden hablar o socializar la mayor parte del tiempo; es probable que la causa sea más la timidez, pero también existen trastornos de habilidades sociales como es el TEA (trastorno de espectro autista).

Actividades para desarrollar habilidades sociales en clase

Abrazos musicales

 

Pon música en clase y anima a los participantes a danzar todos juntos, a la vez, por toda el aula sin rumbo fijo. Cuando la música se detiene, cada persona abraza a otra, a quien tiene más cerca en ese instante. Cuando la música continúa, los participantes vuelven a bailar. La siguiente vez que la música se detiene, debe realizarse un abrazo conjunto de toda la clase. 

El ovillo

 

Estando sentados todos en círculo, el profesor empieza lanzando el ovillo a alguien sin soltar una punta. Mientras lanza el ovillo dice algo positivo que le guste. Quien recibe el ovillo, agarra el hilo y lanza el ovillo a otra persona, diciendo también algo que le guste. Así sucesivamente, sin soltar el hilo, entre todos vamos tejiendo la telaraña. El juego termina cuando todos hayan cogido el ovillo.   

 
 

Retrato de mi amigo

 

Los niños se colocan de dos en dos y deben situarse uno frente a otro. Deben dibujarse el uno al otro, de manera positiva con sus mayores virtudes o sus gustos; por ejemplo, si a Pepa le gustan las flores, su amigo puede pintarla en un jardín.

El escondite

Un peque se tapa los ojos frente a la pared para no ver nada. Dependiendo de la edad del grupo, puede contar hasta 10, 20 o 30 mientras los demás se esconden. Se deben dejar claras las normas del escondite: hasta dónde esconderse, cuánto tiempo puede estar buscando a los amigos o el tiempo que contar.

Este juego permite socializar, pero también ubicarse y manejarse en el tiempo y el espacio. Por otra parte, cabe destacar que el escondite es un juego que favorece el aprendizaje de los números, algo que resulta muy conveniente para su pensamiento matemático. 

La gallinita ciega

 

Uno de los jugadores empezará siendo la gallinita ciega, por lo que le deberán vendar los ojos y tratará de atrapar a los otros niños. Cuando uno de los niños es atrapado, pasará a ser la nueva gallinita ciega.

Mirian Galán Marqués

Maestra de Educación Infantil con 20 años de experiencia. Además de logopeda, es experta en pedagogías activas y fundadora de la plataforma de educación SuperEducalandia. En 2022 fue galardonada en la V edición de los Global Teacher Awards como una de las mejores profesoras del mundo por su  labor docente. Es la única española de la lista.

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«Vale, gira a la izquierda. ¡No, a la otra izquierda! Para aquí. No, me refería a allí». ¿Te suena haber tenido esta conversación en el coche? Enseñar también puede hacernos sentir así muchas veces. Crees que te estás expresando bien, pero nadie parece hacer lo que quieres. Aunque pueda parecer una solución demasiado simple, solo hay que aprender a dar instrucciones más claras. En este post te doy 4 consejos para hacerlo.