La gran mayoría de profesores experimentan en algún momento de su Carrera el llamado “síndrome del impostor”, el sentimiento de no estar capacitado para dar lo que los alumnos necesitan. Además, esto suele pasar en el contexto de la enseñanza de gramática de nivel avanzado. Este artículo analizará por qué está bien no saber alguna respuesta, por qué esto puede ser positivo para los alumnos y cómo lidiar con esos momentos en el aula en los que tenemos que admitir que no sabemos algo.

En nuestros primeros años como profesores, podemos tener sentimientos encontrados sobre enseñar a alumnos de nivel avanzado. Por un lado, hay un abanico mucho mayor de temas y posibilidades de conversación que con los niveles más bajos, pero por otro la idea de enseñar gramática a nivel avanzado puede llegar a ser aterradora. ¿Qué pasa si nos preguntan algo para lo que no tenemos respuesta? ¿Podríamos parecer un fraude? Estos son los sentimientos más habituales del “síndrome de impostor”, algo que todos los profesores sienten de vez en cuando así lleven treinta años trabajando: son gajes del oficio.

 

¿Por qué nos sentimos así? Cómo afrontar el síndrome del impostor

Fuera del aula no tenemos problema en buscar instrucciones si necesitamos cambiar un fusible, o mirar una receta si queremos hacer una tarta, por ejemplo. ¿Por qué entonces nos sentimos incómodos cuando necesitamos consultar algo sobre gramática? Bueno, está claro que no somos ni electricistas ni reposteros, pero somos profesores de inglés. Además, no solo enseñamos, sino que a veces también formamos a otros profesores y escribimos o desarrollamos recursos. Por tanto, deberíamos conocer nuestra asignatura. El hecho es que la enseñanza de una lengua es mucho más que el conocimiento gramatical. Tiene que ver con el léxico: semántica, pragmática, desarrollo de habilidades, competencias para la vida, preparación de exámenes, metodologías de enseñanza y aprendizaje, gestión del aula… y la lista sigue.

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Como profesores, necesitamos entender todas estas cosas, ¡pero no somos enciclopedias! Si enseñamos a diferentes niveles habrá momentos en un curso o temario en los que nos encontraremos con un tema de gramática que no hayamos explicado en un tiempo. No hay nada de malo en refrescar nuestros conocimientos si así lo necesitamos, y de hecho deberíamos animarnos a ello. Incluso cuando tenemos muchos años de experiencia, a veces sentiremos que necesitamos repasar algún punto de gramática antes de una clase.

Cuando empezamos como profesores y nos preguntan algo que no sabemos responder, a veces respondemos algo así como “buena pregunta, hablaremos de ello mañana” o “tus deberes serán averiguarlo”. Quizás sería mejor disfrutar de no saber algo, porque esto nos da la oportunidad de responder “vaya, no lo sé, ¡busquémoslo!”. Para los alumnos, es importante aprender que su profesor no lo sabe absolutamente todo y les puede empoderar muchísimo. Aprender no es algo que “acabe”: un estudiante no estará en un aula toda la vida y por ello necesita la confianza y los recursos para ser capaz de averiguar cosas por sí mismo.

 

El mejor ejemplo de lenguaje que tenemos es nuestro propio lenguaje

Una gran parte de la enseñanza de gramática a niveles avanzados es confiar en nuestro propio uso del lenguaje. Sin embargo, nuestra confianza puede flaquear por todo tipo de razones. Un profesor nativo puede sentirse en desventaja en cuanto a conocimientos gramaticales explícitos, mientras que un profesor de inglés no nativo puede sentirse en desventaja frente a un nativo o carecer de confianza en su propio nivel de inglés. Esto sucede especialmente cuando se trabaja en un contexto en el que los profesores nativos se tienen por profesores más adecuados. Pero en el mundo moderno, los hablantes utilizan muchos tipos de inglés en contextos internacionales. Por tanto, buscar diferencias entre profesores nativos y no nativos: lo que los alumnos necesitan es un inglés internacional.

Sin importar si somos nativos de inglés o no, el mejor ejemplo de lenguaje que tenemos es nuestro propio inglés. A menudo nos encontraremos en las aulas a alumnos que encuentren excepciones a la regla y tenemos que estar preparados para pensar en cómo utilizamos esas excepciones como hablantes de inglés para así poder explicar a través de ejemplos extraídos de nuestros propio uso del idioma.

 

Tu respuesta es importante

¿Cómo respondemos entonces cuando un alumno avanzado nos hace una pregunta de gramática para la que no tenemos respuesta? Bueno, si no sabemos responder no podemos explicar una regla. Aquí es cuando los ejemplos entran en acción: son el mejor amigo de un profesor. Los ejemplos no solo nos ayudan a encontrar el patrón gramatical, sino que también tienen más significado porque están contextualizados y por tanto aminoran la carga cognitiva para el alumno.

Con un enfoque exploratorio, podemos comenzar con una lluvia de ideas con los alumnos para encontrar tantos ejemplos como sea posible y trabajar juntos para identificar dónde están los patrones. Pasar por este proceso junto con los estudiantes les anima a ser más inquisitivos y convertirse en investigadores independientes en su propio camino de aprendizaje. Esto también les ayuda a desarrollar la confianza. Reconocer que los profesores no lo saben todo les da a los alumnos permiso para no saberlo todo. Trabajar juntos en clase para explorar el idioma y buscar patrones les equipa con las habilidades necesarias para averiguar cosas por su cuenta. Además, el hecho de que sean alumnos avanzados a menudo implica que disfrutan con el meollo del idioma.

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Los recursos y libros de referencia como Advanced Grammar in Use también son increíblemente útiles tanto para profesores como para alumnos. Si un estudiante quiere practicar más ciertos aspectos gramaticales, le recomendaríamos practicar con estos libros. También pueden ser útiles en el aula: tras recopilar ejemplos y buscar patrones, podemos consultar el libro para confirmar, aclarar o ampliar nuestros hallazgos.

 

¡Somos profesores!

A pesar de que el síndrome del impostor existe, no tiene fundamentos: no somos impostores, pero tampoco somos enciclopedias. Somos profesores. Sabemos cómo utilizamos el idioma como hablantes de inglés y sabemos cómo enseñarlo. No tenemos que tener todas las respuestas en la cabeza, pero tenemos que saber cómo y dónde encontrarlas, cómo explorar y descubrir e inspirar a nuestros alumnos al hacer lo mismo.

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En este artículo, el investigador de Cambridge Graham Seed reflexiona sobre la importancia de enseñar competencias lectoras, por qué la lectura es tan útil en el mundo real y los retos a los que se enfrentan los profesores de inglés, además de darnos tres consejos para la enseñanza de competencias lectoras en clase.