¿Te has planteado cambiar el modelo educativo en tu aula? Hoy te damos algunas claves para hacerlo y hablamos de trabajo por proyectos.

Callarse, estar atentos, escuchar, tomar apuntes, memorizar y reproducir en el examen lo memorizado, y esperar la temida nota:  este suele ser el proceso de aprendizaje y evaluación en cualquier centro educativo, en el que alumnado, profesorado y familias han sido bien adiestrados. Este ha sido por muchos años el panorama educativo, ahora bien, ¿donde caben en este esquema la curiosidad, la sorpresa, la motivación, el aprendizaje auténtico y significativo?

¿Cómo cambio el modelo educativo en el aula?

Hasta este punto, muchos profesores estarán de acuerdo, pero ¿cómo lo hacemos? ¿de entre cuales de las innovaciones educativas elijo para mi práctica docente? ¿Cuál de las innumerables palabras (emocional, proyectos, flipped, rutinas, rúbricas, dianas) elijo para mi día a dia? La respuesta será una o varias que integren lo que debería ser el  eje de cualquier proceso de aprendizaje:

  • Activar la curiosidad, la motivación, infundir el placer por aprender: aprender a conocer.
  • Explorar los talentos, las fortalezas, el ritmo personal, el autoconocimiento. Aprender a hacer, haciendo.
  • Establecer interrelaciones, resolver conflictos, gestionar el trabajo en equipo. Aprender a coexistir.
  • Desarrollar la propia personalidad, la responsabilidad, la autonomía, la autoevaluación, y fomentar el espíritu crítico: Aprender a ser.

Estas son las cuatro claves esenciales a tener en cuenta cuando elijamos sumergirnos en el proceso de cambio de modelo educativo. La siguiente pregunta que nos plantearemos será…

¿El aprendizaje por proyectos incluye estos cuatro focos?

Os resolvemos la incógnita:

Los proyectos que presentamos a nuestros alumnos deben contener  estos siete elementos:

  1. Un reto.
  2. Investigación profunda.
  3. Decisiones de los alumnos.
  4. Reflexión.
  5. Crítica y revisión.
  6. Producto final público.

 ¿Integran estos siete elementos los cuatro focos mencionados?

Cuando presentamos a nuestros alumnos un reto, en lugar de la tabla de contenidos de esa unidad didáctica, estamos activando su curiosidad, captando su atención, motivándoles para lograr un objetivo tangible, es decir, les estamos vacunando contra la monotonía de escuchar y repetir.  A la presentación del reto, le sigue el verdadero aprendizaje: la investigación; en este punto los alumnos activan el placer por conocer, por investigar, son dueños de su propio proceso de aprendizaje, exploran fuentes de información, deciden qué es importante y qué es secundario, hacen un aprendizaje auténtico, estudiando y negociando con ellos mismos la vinculación que sus conocimientos tienen con el mundo real, con el proyecto que se les ha presentado, explorando mientras tanto sus talentos, fortalezas, a su propio ritmo y negociando el ritmo del equipo.

Durante todo este proceso, los alumnos tomarán decisiones individuales y grupales, reflexionarán, realizarán críticas y revisiones, borrarán, romperán, reestructurarán el contenido, es decir, sentirán que el proceso es suyo que tienen el control de lo que aprenden, de lo que incluyen, de lo que descartan y para ello han de relacionarse, de resolver los conflictos que vayan surgiendo, poniendo en la balanza la responsabilidad, la autonomía de cada miembro del equipo que trabaja en el proyecto, estarán aprendiendo a ser dentro del equipo y a ser como equipo.

La meta de todo trabajo por proyecto será el producto final, el ansiado reconocimiento público del viaje que han realizado.  El producto, el resultado incrementa su interés y motivación, presentan al mundo algo suyo, propio, estudiado, reflexionado; han convertido el reto en un producto tangible, concreto que compañeros, profesorado, familias y toda la comunidad educativa observará y evaluará reconociendo el trabajo, el talento desarrollado y el espíritu emprendedor y de pensamiento crítico que han ido adquiriendo en el desarrollo del reto.

Este es el reto al que como docentes debemos exponer a nuestros alumnos, y es la respuesta a nuestro reto: “mis alumnos aprender por placer”.

 

Autora: Miriam Diana García Mascaraque
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