Con motivo de la Conferencia sobre el Cambio Climático COP26 la directora de investigación lingüística, la Dra. Claire Dembry, nos explica los recientes cambios en el vocabulario que se escoge para dialogar en torno al clima. Descubre más sobre lo que esto podría implicar para ti, en tus clases y fuera de ellas.

1 – ¿Qué ha cambiado?

A principios de 2019, el periódico The Guardian, del Reino Unido, anunció que iba a cambiar el vocabulario que utilizaba en sus artículos sobre asuntos medioambientales. Entre algunos de los cambios más importantes se encontraban la sustitución de «climate change» por «climate crisis» y la de «global warming» por «global heating». Desde entonces, muchas otras fuentes de todo el mundo han optado, a su vez, por efectuar cambios en el vocabulario empleado para abordar cuestiones climáticas. A fin de explorar estos cambios en mayor profundidad, podemos fijarnos en lo que arroja el Cambridge English Corpus, una recopilación de varios miles de millones de palabras provenientes de un amplio espectro de campos, utilizadas durante diferentes periodos de tiempo, que nos permite estudiar los cambios que experimenta la lengua y su evolución.

Muchos de los cambios recientes que observamos en nuestros datos lingüísticos del ámbito del medioambiente reflejan una postura emocional más fuerte, urgente y, a menudo, también más negativa. Compara «climate change» con «climate emergency» o «climate crisis» (que implica una clara preferencia por transmitir una sensación de mayor gravedad y amenaza). El descarte de «change» refleja la idea de que el cambio no tiene por qué ser negativo, mientras que «crisis» y «emergency» constituyen una referencia más clara a un peligro inminente, e invocan un contundente llamamiento a la acción. El uso de «climate crisis», en concreto, ha aumentado un 40 % en nuestros datos a lo largo de 2021, respecto de años anteriores.

Otros cambios lingüísticos se deben al uso de palabras que enfatizan la acción de la persona, como sucede con «heating» frente a «warming». Nuestro análisis lingüístico nos dice que «warming» suele expresar una cualidad positiva o deseable (como cuando calentamos los pies ante el fuego del hogar, nos damos un baño caliente o nos sentimos «warm and fuzzy inside«). La intencionalidad desempeña un papel más importante en el caso de «heating», que se refiere al proceso sistemático de calentar algo. Lo vemos utilizado en el contexto de la fontanería y la ventilación; ejecutamos la acción de subir, bajar, encender o apagar la calefacción («heating»).

 

El uso de «climate crisis», en concreto, ha aumentado un 40 % en nuestros datos a lo largo de 2021, respecto de años anteriores.

 

También constatamos algunos casos de abandono de términos más abstractos y complejos en favor de otros más concretos. Por ejemplo, nuestros datos nos dicen que, recientemente, «wildlife» se utiliza con mayor frecuencia que «biodiversity » en las noticias sobre cuestiones medioambientales. Utilizar términos con los que los lectores están más familiarizados puede permitir a estos enlazar ideas nuevas con el conocimiento que ya poseen (la mayoría de nosotros tenemos una idea concreta de lo que es «wildlife», pero puede que una no tan clara de en qué consiste en realidad la biodiversidad). En los dos últimos años, hemos visto también un aumento, en este ámbito, de ciertas palabras relacionadas con la velocidad y el movimiento («rapid» y «quickly» son especialmente frecuentes, lo que pone de manifiesto la urgencia de la crisis climática).

 

2 – ¿Pueden los cambios lingüísticos cambiar el comportamiento?

Los datos de investigación del ámbito de la comunicación sanitaria proporcionan ejemplos claros de hasta qué punto la elección de unas palabras u otras puede tener carga emocional y fuertes efectos. Lo experimentarás por ti mismo si comparas, por ejemplo, cómo te podrías llegar a sentir si te dijeran que tienes un 50 % de probabilidades de sobrevivir, frente a un 50 % de probabilidades de morir. ¿Qué diferentes decisiones relacionadas con los hábitos de vida adoptarías en cada caso? Este tipo de uso selectivo de las palabras puede servirnos para animar a la gente a tomarse más en serio los asuntos medioambientales.

Las palabras que utilizamos para hablar del clima tienen un gran trabajo por delante. Al contrario de lo que sucede con temas como la salud, la mayoría no tenemos experiencias personales concretas en las que basarnos a la hora de concebir las consecuencias de una crisis medioambiental. Así, las cuestiones medioambientales pueden, a menudo, parecer distantes y vagas. Si el objetivo es tratar de que las personas adopten decisiones que cambiarán algo que sucederá en un futuro, para ello necesitan sentir algún tipo de vínculo emocional con la cuestión.

Cambiando el enfoque de la conversación respecto a las cuestiones climáticas para evocar, no solo gravedad e inmediatez, sino también acción y responsabilidad personales, cabe esperar que las personas se vean incitadas a hacer lo que esté en su mano por contribuir a mejorar la situación.

 

3 – ¿Qué términos deberíamos utilizar y enseñar?

No hay una respuesta correcta a tal pregunta, que debería ser contestada a título personal. ¿Por qué no dialogas con tus alumnos sobre las diferencias que existen entre palabras como «change», «emergency», «crisis» y «caos»? ¿Qué significa cada una? ¿En qué difieren? Ayúdales a tomar sus propias decisiones al respecto de la terminología que utilizan. Tal vez a ellos se les ocurran, incluso, otras palabras que emplear.

 

 

Dr Claire Dembry

Head of Language Research, Cambridge University Press & Assessment

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